Tuesday, April 1, 2008

Juan Antonio Soriano Camino

Esa mañana contesté el citófono de mala gana: la noche anterior había desconectado los teléfonos y apagado el computador, en un obvio aviso a toda mi familia, amigos y conocidos que sí quería estar sola, que sí mamá voy a estar bien, sólo necesito llorar y ver películas ñoñas, que no, no te preocupes, que te llamo al mediodía y quizás me anime y vaya contigo a comprarme ropa para sentirme bonita, y mi hermana diciéndole que no es la manera de alegrarme, que mejor me deje sola pasar la pena.

Por eso me pareció extraño que alguien me buscara. Sin embargo, cuando me saludó supe que no podía ser sino el hombre más despistado que alguna vez conociera: Juan Antonio Soriano Camino.

- Hola, ¿cómo estai, puedo subir? – Me preguntó con su forma rápida de hablar.
- ¿Juan Antonio?
- El mismo que viste y calza. ¿Puedo subir?
- ¿Qué haces aquí tan temprano?
- ¿Cómo que temprano? Son las doce del día, mujer por Dios. – Me respondió tratando de hacerse el simpático, cosa que antes le resultaba.
- La hora da lo mismo, para mi es temprano.
- No te pongas mañosa y déjame subir. Te traje un rico almuerzo. Y flores y mi hermosa figura.

Presioné el botón que abre la entrada del edificio y le dejé la puerta del departamento junta, mientras me daba una ducha rápida y me ponía un buzo. Total, era Juan Antonio.

Cuando me aparecí en la cocina ya tenía dos copas de vino servidas y estaba calentando algo en el horno. Me dio un abrazo apretado y me entrego un ramo con mis flores favoritas.

- No es la primera vez que vengo a rescatarte, mijita linda.
- Pero esta vez no es como antes. - Le respondí mientras me sentaba cerca del ventanal.
- ¿Y por qué no?
- Porque he cambiado.
- Yo también he cambiado. Ahora soy un hombre serio. – Me respondió con sorna.
- Te felicito. ¿Lo sabe tu conquista de turno?
- Se llama Clarita y es mi novia.
- Pobre Clarita.
- No te creas. La hago muy feliz.
- ¿Y ella sabe adonde estás ahora?
- Claro que no.
- Lo suponía. – Tomé un sorbo de vino y continué: Juan Antonio, de verdad te agradezco la preocupación ante mi pena, y que trajeras comida rica y el vino. Pero de verdad necesito estar sola y no…

Me respondió con un beso en la boca y me dijo: Vas a ver como te hago olvidar a ese tonto, igual que los anteriores.

Cuentos Seleccionados

Entramos en el proceso final y con ello queremos avisar que esta página será temporal, ya que estamos trabajando en la nueva página de Mujeres Chilenas de 30.
Esperamos su comprensión y paciencia.

De momento publicaremos algunos de los cuentos seleccionados en las fechas acordadas de este último período.

De antemano muchas gracias.

Equipo Mch30